FRENTE AL MIEDO
1. Huida
2. Lucha
3. Paralización
Así funciona nuestra parte del cerebro más primitiva. Y es que a veces, el miedo a una amenaza (real o imaginaria) hace que sintamos ansiedad, un nudo o dolor en el estómago, mareos, taquicardia o falta de respiración. Puede provocar dolor de cabeza, problemas gastrointestinales, de piel o aislamiento.
Pero los miedos hay que hacerlos frente para que no se vuelvan más fuertes, para que no nos pasemos la vida evitándolos. En ocasiones necesitamos tiempo para calmar nuestra mente, siendo después la única manera de superarlos y hacernos más fuerte, el enfrentarnos a ellos.
Yo muchas veces he tenido algunos de esos síntomas ante un miedo, como hablar en público, pasar por una prueba importante, asumir una posibilidad o exponerme ante determinadas situaciones... Pero la única manera de poder vencer esa angustia es precisamente hacer lo que temes, si sabes que finamente afrontarlo te beneficiará. Por supuesto, hay que alejarse de aquello que realmente constituya una amenaza para nuestra vida.
Una forma de hacer frente al miedo, es que el cuerpo se adapte a la situación en cuestión poco a poco, de tal manera que los síntomas vayan disminuyendo, trabajando los pensamientos adecuados. Tu cuerpo y mente finalmente se acostumbrarán hasta que dejes de sentir el malestar, hasta que generes tolerancia. Claro que a veces no es fácil, pero si quieres vencerlos, no puedes huir de los miedos siempre. Hay que aprender técnicas y utilizar recursos que ayuden a afrontar los temores para que no nos paralicen o nos debiliten.
Al fin y al cabo, es nuestra actitud ante lo que nos ocurre lo que determinará nuestro bienestar y nuestro futuro.