EL AMOR LÍQUIDO
¿Qué quiere decir el amor líquido?
Este concepto fue creado por el sociólogo Z. Bauman. En su obra lo define como el tipo de relaciones interpersonales que se caracterizan por la falta de solidez, calidez y por una tendencia a ser cada vez más fugaces, superficiales, etéreas y con menor compromiso, que se desarrollan en la posmodernidad.
Explica cómo en las sociedades del capitalismo avanzado, la tendencia al individualismo exacerbado hace ver las relaciones serias como un peligro para los valores de autonomía personal. Describe el amor actual como si fuera un juego donde el secreto es no dejar puertas cerradas a las demás relaciones, como conexiones a desconectar en cualquier momento. La generalización de una ideología consumista provoca ver a las personas como mercancías para satisfacer necesidades, convirtiéndose el amor en un bien de consumo mutuo, guiado por la racionalidad economicista.
Por otra parte, según Bauman, el avance de Internet y redes sociales se convierten en un modelo también para las relaciones personales, donde se buscan conexiones que no necesitan implicación ni profundidad. Las nuevas tecnologías y formas de conexión multiplican los encuentros interpersonales, con la característica de ser fugaces, desechables y superficiales.
Este posmodernismo tiene como consecuencia el hedonismo, siendo la satisfacción inmediata, el narcisismo y las tendencias banales las características definitorias del individuo actual. Por ello, explica que el amor se ha vuelto líquido, fluye, cambia constantemente y toma caminos inesperados. Ya no es sólido como lo fue en el pasado, considerando a este con valores más firmes y menos volubles.
También Enrich Fromm ("el Arte de amar") explicó que, a raíz de las lógicas sociales que nos atraviesan, somos víctimas de un feroz automatismo que se halla directamente ligado a la imposibilidad de aprender a amar.
Un estudio reciente realizado por la Universidad de Málaga "Parejas y rupturas en la España actual", concluye que "los discursos muestran que se está produciendo un paso hacia un modelo más individualista de amor, un debilitamiento del modelo romántico tradicional", aunque algunos aspectos de este último todavía perviven, y que las nuevas relaciones sentimentales son de mayor incertidumbre y menos duraderas, a causa del "bienestar y placer inmediato".
Bettina Calvi (2009) mencionó que "los varones experimentan las separaciones matrimoniales como un profundo fracaso a partir del cual les resulta muy difícil construir otro proyecto. Entonces solo pueden volver a relacionarse acorazados en el enunciado no quiero compromisos. Enunciado que aparece frente a cada nueva relación, poniéndolos a cubierta de semejante peligro. Así, las mujeres son convocadas por ellos a invocar también el conjuro ¡Vivamos el momento, sin compromisos!"
Otros autores proponen replantear las tesis de Bauman en términos de ¿por qué ahora las mujeres también aman líquido?. Respondiendo que podría ser una independencia personal tal que considere el amor como una amenaza a esta.
Por ejemplo, el Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia (2019), expone, partiendo de Bauman, que vivimos en una sociedad líquida donde las relaciones sexo-afectivas se encuentran condicionadas por las leyes del mercado. Considera que las reivindicaciones feministas se centraron en transformar el modelo matrimonial tradicional, con reformas como la despenalización del adulterio y el aborto, el acceso a métodos anticonceptivos y el derecho al divorcio; si bien mejoraron el estatuto social de la mujer, podrían contribuir a la vez a consolidar este tipo de sociedad líquida. Los datos ponen de relieve el bajo índice de natalidad, el envejecimiento de la población, la disminución de contraer matrimonio y aumento de uniones de hecho, así como mayor número de rupturas familiares. Y considera que "en este clima de escepticismo generalizado frente al compromiso, no se han medido las posibles tendencias cosificadoras por parte de los hombres hacia las mujeres", existiendo cada vez más la percepción de que las relaciones son "para pasar el rato o hasta que aparezca alguien mejor", y que en consecuencia, cada vez más los varones jóvenes recurren al sexo de pago, ya que les brinda el "servicio" que desean de forma rápida y segura sin el coste emocional que puede conllevar toda relación sentimental.
También menciona a Dworkin, quien criticó el matrimonio como una institución que se impone a la mujer para protegerla del resto de hombres que no son su marido (1994): "La necesaria crítica de los atropellos cometidos por el hombre contra la mujer a lo largo de la historia dentro del matrimonio, se desplazó así hacia una condena de la institución matrimonial. Es el sistema neopatriarcal y capitalista el que se aprovecha de un número cada vez mayor de mujeres «libres» permanentemente disponibles para ser potencialmente utilizadas por todos, y estas son quienes pagan las consecuencias de tal liberación".
Personalmente (y como otros autores/as) opino que no se puede echar la culpa al feminismo, puesto que las mujeres siguen queriendo compromiso y creyendo en un amor con valores sólidos, no líquidos, pero desde el respeto, la libertad, la no violencia y la independencia.
Yo no soy partidaria del amor líquido, no me gusta, pero de las consecuencias negativas que puede conllevar, no se puede echar la culpa al avance de los derechos a lo largo de los años.
Por ejemplo, el divorcio (llevado con respeto), como otros instrumentos jurídicos a favor del respeto a los derechos humanos, no es un fracaso, sino una herramienta que impide que dos personas sigan juntas si realmente no son felices o no es una relación sana conllevando posibles traumas en los hijos/as.
La liberación que experimentó la mujer, incluyendo en el ámbito afectivo-sexual, no debe justificar la falta de compromiso en las relaciones de quienes lo ven como una amenaza. Es una cuestión de valores socio-culturales de cómo se conciben las relaciones y a las personas conforme al tipo de educación emocional, sexual y afectiva (donde existe un libre y pronto acceso a un tipo de pornografía que cosifica a la mujer o que es violenta) y en igualdad, que se haya recibido desde la infancia, de los modelos familiares referentes, las experiencias negativas vividas y cómo han sido interiorizadas, y del auge de las nuevas tecnologías de información y comunicación.